martes, 3 de noviembre de 2009

¡Ay! Todo esto con un Yogur.



Me como un Yogur sabor frutas del bosque, saboreo lentamente, y no sé por qué,pero él surca mi mente.
No porque le haya querido ni mucho menos, porque nunca ha sido así.
Sino ,porque mi cerebro o mi corazón o lo que sea, tardan tiempo en recuperarse de los errores que yo misma cometo.
Sí, ya pueden ser errores de tan sólo 10 minutos, de 5, o de 1..., pero siempre están ahí.
Y más, si la persona del susodicho error, me lo recuerda.
Realmente, no tengo adjetivos suficientes para expresar lo muchísimo que le detesto.Pero ejemplificaré mi odio, diciendo, que para mí..., él ,ha sido como esa almendra que te encuentras en el chocolate , cuando más lo estás saboreando, tan cremoso, dulce, y de repente, ¡chasco!, la almendra encuentra tu lengua, y te ves obligado a masticar, y el momento de gloria se esfuma.
Pues eso es él, mi almendra personal.
Porque aunque ya la hayas digerido y el "mal trago" ya haya pasado, en tu mente siempre estará el recuerdo de ese momento de placer interrumpido...
Y aunque sepas que tú elegiste ese tipo de chocolate..., no te gusta.
No te gusta nada y te arrepientes de haber gastado el dinero,(en mi caso, el tiempo) en esa puñetera cosa.
Y dejando los frutos secos de lado...
Le odio.
Sí.
Porque el muy @&%$ no para. Sé que me guarda rencor.
Lo sé.
Pero es irónico, se lo debería guardar yo a él..., y se lo guardo.
Fui idiota.
Una estúpida que dejo de ser ella por un minuto y obtuvo su recompensa.
Y mientras rebusco con la cucharilla en el envase de mi Yogur buscando un poco más de este producto lácteo..., creo que le odiaré un poco más.
Al menos, que me quede ese consuelo.
Ese maldito consuelo.

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