miércoles, 6 de enero de 2010

R.

- Lo siento -se disculpó Kumiko levantando la cabeza-. No quería meterme contigo. Estoy cansada y de mal humor.
- No pasa nada -dije-. No te preocupes. Cuando estás cansado, lo mejor es descargar el malhumor en alguien. Así te sientes mejor.
Kumiko aspiró lentamente, contuvo unos instantes el aire en los pulmones y luego espiró despacio.
- ¿Y tú?
- ¿Yo, qué?
- Tú, aunque estés cansado, no te metes con nadie. Tengo la impresión de ser la única que lo hace. ¿Por qué debe ser?
Meneé la cabeza.
- No me había dado cuenta.
- Tal vez sea porque dentro de ti hay una especie de pozo muy profundo. Y tú te asomas, gritas: "¡El rey tiene orejas de burro!", y con eso todo se arregla.
Reflexioné unos intantes.
- Quizá sí -dije.

Haruki Murakami, Crónica del pájaro que da cuerda al mundo.
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Chanel nº5

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